14.8.06

La historia de Peter Crouch - Parte I

Considerado en su tiempo como el bebé más largo del mundo, Peter Crouch creció en un suburbio de Inglaterra. Su nacimiento, como imaginarán, fue a plazos. El primer día sacó las piernas (un niño como él no podía salir primero por la cabeza), pero luego los médicos se dieron cuenta de que Peter lo había hecho solo porque sus largas extremidades no cabían ya en el vientre de su mamá. Sin embargo, los médicos no dieron marcha atrás y el segundo día pudieron liberar parte del estómago y el cuello. Fue recién al tercer día (mientras las enfermeras se multiplicaban en la cola para agarrar al grandote niño que se negaba a nacer), que Peter Crouch vino al mundo completo. Desde pequeño, sus padres lo llamaban "el niño que piensa con los pies", en referencia a que había salido del vientre primero por las patas. Las muelas de conejo le salieron recién al primer año, siguiendo una herencia génetica (todos los Crouch tiene muelas de castor, de ahí el apellido onomatopéyico de crouch), motivo por el que sus padres festejaron a lo grande porque era un síntoma de que su hijo no era tan anormal como creían. Resulta que Peter creció como crece cualquier niño. Jugaba, lloraba, y bebía leche. Pero también desarrolló ciertas manías. Cuando no quería comer, mordía con sus dos muelotas la madera de su silla y se quedaba así el resto del día. Venían cerrajeros, mecánicos, pulidores de metal para liberar al pobre Crouch, pero este terco se quedaba mordiendo la madera en protesta. Así, hasta que tuvo que ir a la escuela. Como era de esperar, Crouch era el doble de alto que sus compañeritos de seis años. Se sentaba al último, borraba la pizarra y era el encargado de decorar siempre el aula por ser el único en llegar a las ventanas. Por supuesto, era la estrella del equipo de baloncesto, sobre todo porque se quedaba al lado del aro (nunca corría el ocioso) esperando que alguien le pasara la pelota para solo meterla con una maniobra de manos. Aunque no lo crean (él siempre dirá que fue la mejor etapa de su vida) Crouch fue la estrella de sus compañeritos hasta que se enamoró. Una enana, que le llegaba a los tobillos, le había mandado un mensaje en su carpeta de aula. Crouch leyó el escrito y quedó profundamente impactado. Hasta ese momento no sabía lo que era el amor, pero imaginó que podía sentirlo de una vez. A la enana le decían "la pulga", y sabía que Crouch era considerado un niño superdesarrollado para su edad, por lo que quería saber hasta qué punto de su cuerpo llegaba dicha certeza. (Continuará) QUARK

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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