"Estaba yo en mi casa meditando, pensando en la pequeñez de todos los seres vivientes, cuando me entraron ganas de romper alguna cosa. Lo primero que encontré fue mi edición del Tratado de las cinco ruedas, recién publicado por la Biblioteca de Sabiduría Oriental, y antes de arrancar las páginas y rellenar con ellas mi muñeco inflable del dt Tyson para prenderle fuego, pesqué una curiosa cita sobre la armonía que se establece entre el samurai y su espada, y estuve reflexionando sobre ella buena parte de la tarde. En la noche quise pegarle a alguien y salí a la calle buscando a algún pendejo que quiera negar la victoria del Milan, el equipo más grande de todos los tiempos, y mientras caminaba por ahí asustando a la gente con mi palo con clavos, llamó mi atención la belleza de la luna que empezaba a salir entre los árboles del bosque. Así que me trepé a uno de esos árboles, me puse en posición de flor de loto y mientras pensaba en el universo y sus habitantes, saqué la escopeta de balines para practicar mi puntería con los avechuchos que volaban por esos parajes".
13.9.05
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