17.9.05

La cabrada del siglo II

Una vez más, Johancito y yo decidimos traer un poco de alegría a las aburridas vidas de los dts, y, repuestos ya de la gran desilusión de ayer, planeamos una jornada de fútbol sabatino en la pucp. Como solo éramos dos, nos costó mucho trabajo reunir a los jugadores faltantes, y Johancito tuvo que pasar la noche al pie de la oficina de deportes para madrugar y poder separar, primero que nadie, una canchita de fútbol para sus amigos. La cita era a las tres de la tarde, y los participantes estaban confirmados: el niño Leonardito Agarre, sus patas, Johancito, Quark y yo. En total sumábamos el número justo para poder jugar, así que dependíamos de todos y cada uno de los seleccionados para no estropear la diversión colectiva. Como hace tiempo que no pichangueo, estuve practicando toques toda la noche; mi vieja lesión en el tobillo me hacía llorar de dolor, pero seguí adelante, y a pesar de las muchas e importantísimas lecturas que tenía atrasadas, no mariconeé y fui a jugar como había prometido. Hoy mismo, a las siete de la mañana, me llamó a casa una antigua amiga y me invitó a pasar una tarde de sexo y drogas en su departamento, pero, como tenía un compromiso con mis patas, le dije "no, será para otra vez", y me sentí muy bien, porque a pesar de lo necesitados de sexo que están la mayoría de los dts, yo había dado mi palabra y hubiera sido un cabro de mierda si la rompía. A mediodía hubo otro problema, Johancito me llamó y me dijo llorando que, tratando de realizar una complicada pose sexual en el borde de la ventana de Omnilife Perú, se había caído y terminado con una pierna rota en plena avenida La Marina. "Sé fuerte, amigo", lo animé, y él me aseguró que asistiría a la pichanga a pesar de todo, con pierna o sin ella, porque más importante que jugar bien o mal (o que jugar incluso) era el compromiso, la promesa, el acuerdo de estar presente a toda costa. "Ya dije que iría, y todos saben que lo dije, y si cambio de parecer a último minuto, si no me aparezco y dejo a todos esperando mi llegada, me convertiré en una asquerosa cabrita saltarina, y qué será de mí entonces?". "Pues", le expliqué mi punto de vista, "será justo que entre todos te caleteen, te metan a una poza llena de ratas hambrientas y te escupan y orinen sobre ti para cobrarse una mínima parte de la deuda que jamás podrás pagar entera, aunque pases siglos en esa poza". Felizmente, Johancito demostró ser todo un hombre y estuvo hoy a las tres en la cancha, como todos los demás menos... Pero, esperen un momento, ¿acaso no falta alguien? Uno, dos, tres, cuatro ... ¿y dónde mierda está Quark? Jajaja, no se preocupen, esperemos un poco más, apenas son las 3 y 5 minutos, Quark llegará, ¿ha prometido venir, no?, y como Quark es hombre, ya aparecerá. Pero el tiempo empezó a correr, pasaron minutos y luego horas, y, después de esperar a Quarkcito la tarde entera, todos juntos abrazaditos bajo la lluvia, empezamos a perder la fe. Increíblemente, nunca apareció. La única respuesta es que haya muerto y que esté removiéndose en su tumba, doliéndose de haber faltado a su propia palabra y a la esperanza de sus amigos. Porque, ¿no hay otra posibilidad, verdad? Así que, desde esta dimensión de los vivos, le deseamos al espíritu de Quark una cómoda estancia en el otro mundo. Donde sea que estés, querido amigo, te perdonamos, y que viva el fútbol! aunque ahora estés jugando en la canchita de nubes.

1 comentarios:

neverlandiano dijo...

no estaba muerto, se estaba cortando el pelo
(que, visto el resultado, es lo mismo)

TYSON