27.8.05

Chucho

Anoche pasó lo que nunca nadie pudo imaginar en Neverland, Perú. Otro de los signos que vienen antes del fin se encarnó en la figura del "chucho diabólico", un prodigioso ser mutante que combinaba el alma perdida de Chacaloncito y los superpoderes futbolísticos de Mefistófeles, más conocido como Lehman (ver pieza dramática "Fausto" de Maicol Tyson), y que ahora tomó la forma de toda la plantilla de la Roma. Una vez más el Chacal estuvo a punto de ganar su primera Mimaskot, pero, como siempre, las fuerzas del bien triunfaron sobre el mal y este aborto del infierno fue derrotado en un último partido "de candela" contra el Chelsea del dt Tyson, al que cada vez se le nota más seguro en el dominio del equipo y con la incorporación de Hernán Crespo a su escuadra, que ha venido a reemplazar al negrazo Drogby tanto en la delantera de los azules como en el corazón del entrenador, que ayer suspiraba con los rulos de su pupilo y le mandaba todos los pases cual Quark a Adriano en sus peores momentos de dependencia. Pero ya habrá tiempo de comentar la caída de Tyson en los abismos de la Crespo-manía (y quién hablaba de correloncitos y superestrellas que lo hacían todo); ahora quiero referirme al eterno combate entre la luz y las tinieblas, que tiene como inesperado protagonista a nuestro Chacaloncito. Recordemos que el joven empleado de la librería pucp realizó hace una semana un campeonato impecable en su primer encuentro con el winning 9, demostrando que la nueva versión del juego de Konami y su estilo de juego están hechos el uno para el otro. Al parecer no fue pura suerte, como pensamos al principio, sino el fruto de un contrato de compra-venta a través del cual JM entregó su alma al chucho con tal de lograr su máxima ambición en la vida, campeonar en una mimaskot. No logró su objetivo porque fue derrotado por Tyson, súbito elegido por la Divina Providencia, en la final, pero lo cierto es que no fue un resultado claro pues Tyson solo había jugado un partido y los puntos necesarios para convertirlo en retador salieron de los bolsillos de los demás asustados dts, que vieron en el experimentado entrenador su único oportunidad de sobrevivir. Esta vez, nadie pensó que el chucho repetiría el plato. Qué engañados estábamos; exhibiendo un juego impecable basado en una sólida defensa y en un uso prudente y preciso hasta la mariconada del contragolpe (y aquí Montella fue la estrella, pues la Totti cayó lesionada), el Chacal fue cosechando triunfos inesperados hasta que llegó el partido contra el Milan de Ludo, máxima prueba de que el dt JM estaba poseído por el coludo. Ludo salió a la cancha dispuesto a ganar (ya había perdido contra Tyson por un cabrísimo 3 a 1 - recordemos que Tyson aprovechó la desconcentración en el momento del cambio de Abbiati por Dida para marcar el tanto definitivo). Se le veía más entusiasmado que nunca, dispuesto a no ceder ni un palmo de terreno, y la verdad es que no jugó mal. Su desempeño le hubiera bastado para derrotar fácilmente a Page (que tuvo una jornada "de perros" a consecuencia de haberse malogrado su play, la mayor ventaja tramposa que le permitía practicar semana a semana con sus "otros amigos" que ahora lo desprecian), no tan fácilmente a Quark (que sigue saltando de equipo en equipo a la primera decepción, algo así como una putita quinceañera que desea probarlo todo y a todos antes de volver con el amor de su vida, Adriano), y para luchar con buenas armas contra Tyson, incluso, quizá, para arrebatarle el triunfo a la más loca de las dts del winning eleven. Ludo marcó tres buenos goles y se defendió lo mejor que pudo, pero el conocido chucho, el cancerbero de la pucp, estuvo imparable. Lo más sorprendente de todo es que su juego no era nada fuera de lo común; se limitó a plantarse como una estaca, a responder a los goles del Milan (que se adelantó en el marcador) con goles de empate que mantuvieron la tensión hasta el último momento. Por supuesto, dentro de su alma perdida el Chacal siempre supo quién sería el ganador. A los 35 minutos del segundo tiempo, el marcador era de 3 a 2 a favor de Ludo. Este tomó una decisión errónea (¿la tomó o... fue ya saben quién, metido en su cerebro?), cambió la formación a un estúpido 4-5-1 con la esperanza de mantener el resultado, pero al poco rato el Chacal ya había empatado con un soberbio remate que nadie se esperaba. El estadio enmudeció. Los dts se llevaron las manos a la cabeza y a Ludo se le cayó la mandíbula. Tyson, ave de mal aguero, empezó a decir "pucha, el Chacal merece ganar, se ha esforzado tanto...",pero él tampoco podía creer lo que estaba pasando sobre el gramado. Entonces, a menos de dos minutos del final, pasó lo que tenía que pasar. El Chacaloncito armó un ataque de infarto cuando el Milan parecía resignado al empate (Ludo ya sumaba resultados para ver dónde lo colocaba el punto ganado, o los dos puntos perdidos), mandó un pase al vacío que avanzó rozando la línea del offside y llegó a los pies de Montella, que hizo un cambio mágico del chimpún derecho al izquierdo y sacó un remate perfecto, inteligentísimo, que desconcertó al gigantón Dida (el brasileño ya tenía extendido el guante izquierdo y apenas pudo voltear para ver pasar la pelota por el lado contrario) y se clavó definitivamente en las redes del Milan a pocos segundos del pitazo. Nadie dijo nada, ni siquiera el chucho. Este apenas sonrió, asintiendo a la presencia invisible que aleteaba en las graderías. Pasaron dos segundos y los jugadores del Milan, los dts, los hinchas y dirigentes siguieron esperando que el árbitro cobrara la obvia posición adelantada que todos acabábamos de ver. Pero eso no pasó. Como siempre, el "engañador" había confundido las apariencias de la realidad. Montella siguió celebrando sin interrupciones hasta que apareció el marcador en pantalla (un increíble 4 a 3 a favor de la Roma) y entonces tuvimos que creer lo que nadie imaginó jamás. El primero en gritar fue Quark. Lo siguieron, uno a uno, los demás dts, Ludo tiró el control, Tyson saltó del sillón, Page se sacudió la depresión y todos juntos salieron corriendo y llorando de la sala, del patio y finalmente de la casa, hasta la calle, para no seguir un segundo más al lado del chucho diabólico que se relamía solitario frente al televisor. Lo imposible había pasado. El señor de las tinieblas había dicho claramente "estoy con el Chacaloncito" para que todos lo escucharan. Pensamos que no habría forma de impedir que el coludo se llevara la copa. Pero, por alguna razón, eso no sucedería. Partidos más tarde, el chacal cayó derrotado frente al chelsea de un sorprendido Tyson y se quedó con el subcampeonato. ¿Sería que Mefistófeles había abandonado a su hijo predilecto o sencillamente quiso hacernos creer que ya no estaba entre nosotros? Los designios del chucho son inescrutables. Solo podemos esperar que en estos días oscuros del winning eleven 9 "la tercera no sea la vencida". Ludo

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