El día de ayer comprobé de nuevo que la máquina impone su propio criterio. Page y Ludo fueron a Neverland en una visita de médico, y jugaron unos cuantos partidillos (el vencedor, Ludo) mientras yo hacía dormir a Andreas. Luego, salí a la sala y Page se fue en busca del oro de Oriente (su ambiciosa alma educada por las bebidas energizantes de Omnilife) mientras que Ludo decidió quedarse un rato más (no sean mal pensados, lo nuestro ya terminó, recuerden el verso de Juan Gabriel: yo no nací para amar, nadie nació para mí). Los dos primeros partidos los jugué -caprichos de quien está agotado- con Manchester. Un fracaso total. Ante la humillante derrota de 3-0 en los 20 minutos del primer tiempo, decidí detener el partido y cambiar de equipo. Ludo se puso histérica: "esto no puede ser, es irregular, una cabreada, voy a postearlo" aunque sabía que su triunfo se debía solo a la jugabilidad. Pero, oh gran sorpresa, la máquina y su acostumbrada maldad se descomputó cuando vio ese cambio de ritmo. ¿Ahora dónde juega Tyson?, pensó, sin acertar. Y entonces la jugabilidad dio un vuelco y el D Tyson -ahora jugando con el Chelsea- empezó a ganar sin atenuantes, incluyendo un 4-1 con Hat Trick de Drogbita. ¿Qué pasó? ¿Tyson aprendió a jugar de repente? Apreté L1 como dice siempre Combi cuando es obvio que la máquina le regaló el gol? ¿Distraje a Ludo hablándole de su futuro en las universidades de EEUU? No, no, nada de eso. Simplemente que la máquina se rayó ante mi salida abrupta, y se puso a hacerme ganar a mí. Nada más. La máquina decide todo. A eso los chinos de konami le llaman "jugabilidad" y por ello le ponen cinco estrellitas al juego en las revistas de los viciosos. En la foto, Drogba celebra con toda la barra su espectacular hat trick.
21.10.05
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