Cherchez la femme

Triste y vacío. Así, como en la canción de Héctor, así encontré Neverland el día viernes. Page y Quark jugaban unos partidos aburridos, silenciosos. No había música. Se oía la respiración de los jugadores y el trajinar de los mandos. La Hora Azul expiraba. Combi se había ido temprano. Chacaloncito ni siquiera se pronunció. Ludo, ¿qué habrá sido de Ludo? Cuando yo llegué se animó un poco la cosa, al menos habían partidos de La Hora Azul pendientes. Triste y vacío, así está Neverlando desde que Ludo ha huído al inmortal seguro, dejando a su grey en este valle hondo, oscuro. Lo peor, sin embargo, vino después. Cuando llamó Ludo y luego Combi diciendo que querían ir a Neverland... ¡a la una y media de la mañana! Claro, el vicio puede más. Pero no demasiado más. Porque lo que llegaron ese día fueron dos trapos inmundos dejados en lugar de la alegría. Combi, con un ojo abierto y el otro cerrado, como si se hubiera comido en un solo envión todo el contenido de su cangurito en un concurso de glotones. Y Ludo, con esa placidez, esa flojera de músculos, esa tristeza y aletargamiento que solo deja lo que no se puede decir con palabras... Sí, Neverland está muriendo. ¿Lo mató Leopardo Agarre y sus acusaciones de homofóbicos? No ¿El oso Yogui y sus celos de Ludo? No. ¿El roto Gallardo y su compinche Chorri? Menos. ¿Quién mató a Neverland? Como dirían los franceses: cherchez la femme TYSON