El curandero, por Diego Rivera
- Aquí le traigo a mi futuro esposo, señor, porque está maldecido. No consigue chamba y ya no saber hacer goles, señor, y lo único que dice en medio de altísimas fiebres es: ¡Estoy infecto! ¡Infecto! ¡Infecto!
- Seguro el muy tragoncito se comió un fruto prohibido, ñora. ¿Hay por su casa una higuerilla regada por los orines de un Chacal, por ejemplo? Si es así, y su gordito se comió un higo, seguro su suerte pasó a la del Chacal que mora en esa higuera. Aquí no ha habido maldición, ¡ha habido un trueque!
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