Se nos vino la noche

Henry y Messi, cuando todo era felicidad y nadie presagiaba el oscuro destino del equipo.

Una noche para el olvido de dos, para el recuerdo de siete. Una noche triste y oscura para los colores azulgranas, para los simpatizantes humalistas, pero electrizante para Neverland.

En un histórico encuentro, sencillamente irreproducible, el cuadro del Barcelona, manejados por lso DT Quark y Visitante, pasó de la gloria al horror, del cielo al infierno en un flash. Ganaban 3-0 de manera simple a los 15 minutos de juego, frente al Milan de Combi, acompañado por un demorado Page que suplió con firmeza el espacio que le dejó Tyson.

“Yo soy el pecoso Ramírez de Neverland” gritaba a voz en cuello Tyson, una vez que empezó a sentir que su equipo, del que fue hincha por los 10 minutos que duró el partido, y al cual nunca le perdió la fe, empezó a remontar sorprendentemente, y su aliento era cada vez más contagioso.

Combi, nunca se amilanó (nunca la iba a hacer ni lo hará), y un fervoroso Page acompañó su sentir al querer salir del hueco en el que estaban una vez que se salvaron de una cuarta conquista que seguramente no hubiera servido ni siquiera para sellar el resultado.

Todo parecía definido, Quark y yo tocábamos el balón, motivados por esos rápidos goles que nos dejaban exactos para la final, una vez que ya habíamos perdido al Manchester un partido antes, frente al Juventud del entusiasta Vergatov y disciplinado Chacalonix. “Invazor, creo que tenemos que darnos un tiempo” pensaría Chacal cuando la bola entro por segunda vez en el arco de Van der Sar cuando faltaban 2 minutos para acabar el partido y se ponía 2-0.

Pero la historia era que el Barcelona la tenía fácil. 20 minutos del primer tiempo y ganaba 3-0 al Milan. Más parecía que acabaría 6-0 que el hecho de ver un cuadro rossonero volteándole a los culés.

Ataca el Milan, y lo que demostró todo el partido, dejo su maca: efectivos al momento de atacar. Llegaron con Ronaldo y marcaron. 3-1. No acababa el primer tiempo y llegó el segundo gol. Visitante pensaba “Tamare, siempre la misma vaina ganamos fácil y nos dan vuelta, no puede ser”. Quark pensaba “Ahorita agarro la bola con Messi y me llevo a todos y sello este partido”.

La proyección de Visitante sería finalmente la correcta. Empezando el segundo tiempo, una escapada de Henry deja congelada a la animosa barra del Milan que gritaba cada gol de sus parciales como si Perú se los metiera a Chile en Santiago. Sin embargo, les vuelve el palo porque esa caprichosa bola virtual decidió no incomodar más a Dida, y se fue a dar con el palo. Todos en Neverland, menos esos próximos dos ajusticiados con goles, respiraban tranquilos, el milagro aún se puede dar.

3-3. Llegó el gol esperado. Apanado de por medio, todos se arremolinan sobre Juanito Página, todos son felices, todos creen, el "si se puede" se hace realidad. Quark y yo nos miramos y nos decimos sin palabras: “ya no cagamos.”

Vino el cuarto y el quinto: Milan 5-Barcelona 3. Tyson era un combinado del pecoso Ramírez con Richard Páez, el ex DT de Venezuela, levantando a las masas en aquel similar 5-3 de la vinotinto a Bolivia. Nadie entendía lo que pasaba, sólo celebraban los goles, gritaban como locos, era el éxtasis. Page miraba Combi con ojos llorosos, Combi creaba barras antihumalistas con tonadas de Comando Sur. No podía ver que hacían Invasor y Chacal, pero seguro Vergie y el Chino se seguían sobando luego de los empellones que sufrieron en sus partidos por parte de la hinchada luego que hacían un gol.

Jugábamos de visita, no había duda, y la barra brava había logrado hacer sentir su presencia. Se nos vino al noche Quark, que vamos a hacer… lo malo es que siempre nos pasa. ¿Una noche para el recuerdo? Una noche para el olvido. Nunca más debemos jugar de celeste con el Barza.