Maicol, me cagaste

Anoche el DT Ludo no pudo dormir. Llegó a su casa a las cuatro de la mañana, tuvo miedo de bajarse del Ludomóvil, bajó finalmente (luego de cinco minutos de reunir fuerzas), vio a su padre dormido (quiso despertarlo, no se atrevió) y se dirigió, resignado, tembloroso, a su habitación. Prendió dos lámparas, cerró la puerta con pestillo, se cambió a ropa de dormir y se metió en la cama con un libro de Paul Auster que debía terminar de leer para la práctica de narrativa. El silencio era absoluto. Apenas leyó dos párrafos y soltó el libro, porque el acto de leer (ahora le parecía) era casi una silenciosa invitación a la llegada de los fantasmas. Mejor podría prender la televisión, claro, pero cuando alargó la mano hacia el control, recordó las historias de Quark. Y se quedó inmóvil. No hizo nada más, ni siquiera pensó. Se limitó a esperar unas dos horas hasta que las cortinas se pintaron de azul y recién entonces pudo cerrar los ojos. Al día siguiente, algo pasó. Solo Maicol, el Chacalón, la madre de Ludo y el DT Ludo saben de qué se trata. No pienso contarlo en este post. Solo puedo decir que Maicol es extraño, muy extraño... y eso está bien. Ludo