Plegaria de la Ludópata al dios del Winning

Oh mi Dios del Winning, soy la Ludópata, el más fiel de tus servidores, y esta es la plegaria que te dirijo en el día de mi vigésimo tercer onomástico. En primer lugar, te pido paz y felicidad para los miembros de tu iglesia, los acólitos del vicio Tyson, Quark, Page y Combi, para que ninguno de ellos tenga excusa para faltar a la misa de todos los viernes aduciendo razones profanas: que tienen un trabajo de dos páginas por entregar al día siguiente, que deben grabar la edición semanal de un programa televisivo para alimentar su fama de figurettis, que sienten una súbita necesidad de efedrina que forzosamente los mantendrá fuera de los gramados, que están obligados a presentar su reporte semanal de chismes e infidencias al comité directivo de los Aquiles Cacho. Para el Chacal no te pido nada, solo piedad, solo un poco de piedad. No hay mucho que decir sobre mí: quisiera que me crezca algo de pelo, que mi novela Hotel Europa no sea un fracaso ridículo, que mi nuevo perro Antonio no siga cagándose junto a mi cama, que se me ilumine el cerebro con una buena idea para hacer mi tesis, que los editores cambien su forma de tratarnos, que llegue a escribir la novela que quiero empezar a escribir, que la panza que he empezado a criar desaparezca sin necesidad de un solo abdominal y que cuando llegue el 2 de julio de 2006 no sienta esta misma sensación de haber desperdiciado tantos meses de mi vida adorando a un dios inexistente, que jamás nos va a escuchar. La Ludópata