26.3.07

MANCO, la estrella del Sudamericano

Por Jorge Barraza. Su fútbol es de sur a norte, no de este a oeste como el de la mayoría de sus colegas peruanos. Son un metro setenta y 62 kilos totalmente rellenos de fantasía, desequilibrio y velocidad. Y lo más importante de todo: "ve" el arco. Hace justo lo que pide Jota Jota Oré: "De tres cuartos de cancha para atrás, que la toque simple; de tres cuartos para adelante, que encare". Dice parecerse en algo a Jefferson Farfán "por la velocidad" y se define con simpleza y acierto: "Tengo buen trato de pelota, cambio de ritmo y picardía para jugar". A título personal preferimos catalogarlo como un "diferente". En todo sentido. Aún en la comparación con Jefferson gana en brillo. El otro, ya lo señalamos, es por abismo el mejor jugador peruano actual, pero con otras características: más potencia, más gol. Reimond Manco es el que hace levantar un estadio en un enganche, un túnel, un amague. Ante Ecuador se despidió del Sudamericano Sub 17 ya que recibió tarjeta roja por dos faltas menores. Pero se fue como entró, envuelto en aplausos: le cupo otra actuación fantástica en la que mostró su frondoso repertorio de gambetas, quiebres y amagues. Todo profundo, en velocidad, con el gol en la mira telescópica. Ha sido, sin un átomo de duda, el jugador del campeonato, aún teniendo en cuenta a Lula y sus once goles. Ni en el reciente Sudamericano Sub 20, que fue bueno, vimos una perla de esta pureza, con semejante resplandor. Ya instaló la esperanza en todo el país futbolero. Es lógico: no sale uno como él todos los días. Sin embargo, que no se equivoque, recién está en jardín de infantes. Tiene que crecer en estatura, en peso, aprender. Debe cuidarse, salirse de la fangosa huella de muchos de sus peloteros compatriotas que eligen la noche y no el día, la discoteca y no el gimnasio. Tiene todo lo más difícil. Si se cuida y se convierte en un profesional, derramará ríos de tinta. Crack ya es, falta ver si tiene pasta para ser un grande. Está en él. Cuenta que todos los días hace en micro los 50 minutos que dura el trayecto desde Lurín, en la periferia limeña, hasta La Victoria. Allí, apoyado contra el vidrio, sueña triunfos clamorosos. Que empezaron a darse apenas iniciado este Sub 17, cuando los zagueros brasileños se chocaban entre sí para frenarlo. Y no podían. (El Comercio)

1 comentarios:

Anónimo dijo...

no te emociones mucho, qurkcito, que esto NO ES REAL

TYSON