Neverland blues

AYER

- Amorcito ¿qué hacemos este viernes?

- Mmm... la verdad es que estaba pensando en juntarme con mis amigos

- ¿Abrirás Neverland?

- Sí, a ver si soy tan bueno la última vez que hice muca a todos. Desde que estoy contigo, amor, no sabes, juego como los godes.

- ¡Qué bueno, amor! Mostro, entonces tú abres Neverland y yo llamo a una amigas para ir al cine.

- ¿Sabes qué estoy pensando? Creo que les diré a los chicos para jugar una Eurocopa. Seguro les va a fascinar.

- Ya pues, diviértete amor con tus amigos.

HOY

- Amor, una pregunta urgente: ¿Siempre quedaste con tus amigas?

- No, aún no las llamo, ¿por qué?

- Ah, es que no habrá Neverland. Quarkcito no puede ir.

- ¿Y sin Quarkcito no pueden jugar?

- No pues, es imposible.

- Asu, no sabía. Pero qué mostro, entonces hagamos algo los dos.

- Ya. Pero debo decirte que estoy preocupado por Quarkcito. Dice que está enamorado. Incluso le ha regalado un libro a la susodicha. Con lazo y todo.

- ¡Igual que tú! Jajaja. Las mismas tácticas, amor, seguro que tú lo aconsejaste. La verdad es que ojalá que la chica que le gusta a Quarkcito haga clic con él de una vez, se ve bien necesitadito el pobre. ¿Y qué libro le regaló? Uno de Nabokov te apuesto.

- Ahí está el problema, no le regaló Nabokov sino Tokio blues, el libro ése de Murakami que te dije la vez pasada que no leas nunca.

- ¡Pucha! ¿Y ahora?

- Sí, pues, ya la cagó. Estoy preocupado porque sé quien es la chica que le gusta a Quark. La conozco bien.

- ¿Y?

- Y que... la última vez que hablé con ella me invitó a pasear por un bosque, y una vez ahí me habló de un agujero profundo que solo ella podía ver...