¡Vamos negritos!

Acaba de terminar el partido Italia-Ghana, y yo, como hincha del buen fútbol venga de donde venga, no puedo sentirme más feliz. Es cierto, como todos sabemos, que la mejor expresión futbolística se encuentra en el fútbol italiano, pero a veces nuestro deporte preferido nos da gratas sorpresas. Una de ellas fue la brillante performance del equipo ghanés, una selección realmente superior que tiene de todo, y que ha protagonizado sin duda alguna el mejor partido hasta el momento del mundial en curso. A pesar de haber perdido - no se puede tener todo en la vida -, la exhibición de calidad que acaban de dar estos negritos le dejaría la boca abierta a cualquiera. Los argumentos son numerosos. Vayamos de los más obvios a los más espectaculares. En primer lugar, tanto Essien como Appiah - buenos jugadores, nadie lo dudará - forman parte de este equipo, así que los amantes del "fútbol briño" - esos que gozan con los pases, las fintas, las triangulaciones y demás cabradas - tienen en estos dos artistas del balón un motivo para estar felizas. En segundo lugar, los glúteos de todos los africanos son una cosa espectacular, pero sobre todo los del inefable "PINPONG", retaco y rechoncho delantero ghanés que entró en el segundo tiempo y no achuntó una, convirtiéndose en un payasito grotesco que podría acompañar en un sketch al grandote de Crouch. Pero pasemos a lo importante, y con esto me refiero a la actitud de los demás negritos que no son estrellas, pero que destacan sobre todo por esa garra que tanto se extraña en selecciones completamente briñas, como la de Inglaterra: ese primer partido con el payasón Crouch en la delantera, ha sido una decepción que yo ya me esperaba. En cambio, los negritos de Ghana han logrado hacer de este deporte tan ambiguo, que puede caer en la briñada completa o bien alzarse hasta el nivel superior de su primo hermano, el fútbol americano, una cosa digna de verse: ¡qué fairplay ni qué fairplay, carajo, así me gusta ver a los briños italianos!: volando por los aires, sobándose el potito, arrastrando la cara por el gramado y sintiendo todavía la huella de los toperoles en sus canillas: ¡buena Totti, lesiónate otra vez! ¿Te gustó, Iaquinta, lo que te hizo mi negrito Kuffour? Ésta última, a mi entender, ha sido la mejor jugada del partido y, con riesgo de exagerar, también diría que la del mundial entero.

Recordemos: Iaquinta se estaba yendo solito en uno de esos contragolpes cabrísimos que le encantan a Page, y de repente apareció por atrás mi negrito Kuffour para combinar altura estética y sentido práctico lanzándose en barrida para partirle el tobillo a la italiana feliza, que ya estaba sonriendo antes de empujar la redonda. Pero ahí no quedó la cosa, porque mientras el italiano se retorcía en el piso y Kuffour se hacía el sorprendido -¡buena, carajo!, pensaba yo -, el árbitro de mierda - el peor que he visto hasta ahora - cobró posición adelantada y así NADIE pudo ser expulsado. ¡Todo quedó en nada, claro que sí! ¡Estos sí son fouls de clase mundial!